Las rimas sobre la sexualidad de los hombres o su apariencia física ya casi no se escuchan, pero los comentarios misóginos todavía son gritados y aplaudidos en las plazas donde se enfrentan los improvisadores. Este sábado se disputa la jornada 7 de la FMS.
Al hablar de freestyle sucede un fenómeno similar al de otras expresiones artísticas que vienen de lo urbano: se asocia a una expresión masculina, a escenarios hostiles donde las mujeres no participan. Aunque el estereotipo permanece, hay mujeres que dan la lucha por participar y en el proceso no solo abren un camino para ellas, sino para que más mujeres se expresen desde cualquier arte sin que su género o identidad importen. Así lo hizo la caleña Marithea, quien goza del título de ser la mejor freestyler colombiana después de ser campeona de la final nacional de Red Bull Batalla Colombia 2021.
La competencia de Red Bull, también conocida como Batalla de Gallos, y la Freestyle Master Series (FMS), son las ligas de mayor reconocimiento y acogida en el país. Con hitos como el título de Marithea, primera mujer en ganar la competencia, y la llegada del comediante y trovador Lokillo, el freestyle ha tenido un crecimiento de su público en las ligas, redes sociales y plazas, los lugares donde se reúnen informalmente a crear estas batallas. Al punto de convertirse en un producto de consumo masivo, como lo explica Santiago Alvarado, el bogotano más conocido como Tinta Tintero, que está desde el 2004 presente en la escena hip hop y actualmente es jurado de la FMS.
Esta competencia de rap improvisado viene en ascenso desde 2005, cuando Red Bull abrió las batallas de gallos como una plataforma para resaltar a los mejores improvisadores de habla hispana. Con repentismo y argumentos, se enfrentan dos freestylers a diferentes ritmos, temáticas y tiempos.
“Las batallas son crudas, no hay mucha empatía porque es una batalla de egos”, cuenta Nayi Llanos, quien desde hace tres años se aventuró a participar en estos encuentros. Mejor conocida como Pandora, Llanos cuenta que si los comentarios y ofensas son fuertes entre los hombres, cuando llega una mujer a la plaza se habla mucho de su apariencia y esas ofensas usualmente se van hacia su sexualidad. “Cuando una mujer entra a este medio, no reconocen tu talento y se pegan a críticas de que llegas a un lugar solo por ser mujer o por cómo te ves”.
“Hasta nuestra apariencia es sujeto de comentarios. Si vamos con ropa holgada, somos marimachos; si vamos de falda, somos nenitas a las que se les gana fácil”, añade Pandora y recuerda que hay plazas, como una en Medellín, a la que prefiere no volver, pues son particularmente aplaudidos y gritados ese tipo de comentarios misóginos.
En una disciplina que lleva más de dos décadas practicándose en las calles, parques, colegios y universidades, los ataques que tienen un diferencial de género se escuchan desde hace cinco años aproximadamente y no porque antes no hubiera machismo en el freestyle, sino porque antes la participación de las mujeres era casi nula.
Entonces, las rimas y los intentos de argumentos para ganar una batalla sobre un oponente hombre podían atacar su apariencia también y su sexualidad, ridiculizando la homosexualidad o la gordura. Tantos años con esas rimas desgastaron el tema y ahora tirar sobre eso no genera mayor reacción ni en el público ni en la gente, incluso sería una alternativa para que su oponente responda de forma más sagaz y argumentada.
“Si en las batallas hay alguien de talla grande y todo el mundo le quiere tirar de gordo, ya no sorprende. Pero como hay tan pocas mujeres y ni los participantes ni el público están acostumbrados a escuchar ese tipo de insultos, cuando los escuchan les parece fabuloso, se sobrevalora ese recurso”, dice Marithea sobre la situación actual. Pero, si los discursos que descalifican a otros hombres por su apariencia o identidad solo los desgastó el tiempo, ¿hasta cuándo tendrán que aguantar las mujeres para que la rima misógina salga de la escena?
Melisa, freestyler de Barranquilla, quien además es la primera mujer en ser jurado de la FMS, explica que frente a los comentarios sexuales la respuesta es la recursividad, “llevar el discurso y los argumentos a otro lado, a otros temas. Si desarticulas sus argumentos que solo son sobre sexualidad, se deja de tocar el tema en esa batalla”. Una estrategia que también es usada por Pandora, pero que cuando su oponente insiste en tener su sexualidad como el eje de la batalla, no duda en usar la misma técnica y ser “sangre sucia”, para cortar el tema de raíz.
Para Pandora, cada ofensa que se diga en medio de una batalla no puede pasar de ese espacio, el profesional. Para entenderlo recorrió un proceso de asimilación y reconocer cómo era su reacción frente a esos comentarios. El mejor ejemplo lo vio en el boxeo: “su profesión es golpearse en el ring, pero cuando salen de ahí son panas, son colegas”.